Marsé y las perlas de un escritor «anómalo»
El último premio Cervantes celebra un encuentro con la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ante decenas de periodistas.
«Maestro» ha sido la palabra que ha empleado la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, para definir a Juan Marsé en el multitudinario encuentro de ayer el propio ministerio. El autor de Si te dicen que caí, que recibe el próximo jueves el premio Cervantes, se ha presentado en Madrid, contra su costumbre, con traje y corbata. Después de un perplejo «¿Tengo que hablar yo?» el novelista catalán (Barcelona, 1933) conversó sobre su nueva novela, sobre el cine español y, por supuesto, sobre el Quijote. Después, el novelista ha sido recibido por sus majestades don Juan Carlos y doña Sofía.
El cine español.
«Sigo pensando, con matices, que el problema del cine español no es la piratería, sino la falta de talento. El talento siempre es necesario y siempre lo echo de menos. Faltan estímulos para los guionistas y los guiones se cuidan poco. Es el trabajo peor valorado y pagado.
He leído que Hitchcock podía dedicar años a un guión. Y que luego rodó Psicosis en 28 días. Cuando he estado cerca del negocio por la adaptación de alguna novela mía me he dado cuenta de que aquí se le dedica poco tiempo. El resultado son películas frustrantes. Tal vez la señora ministra, que conoce el sector, sea la persona ideal en ese apartado».
Un escritor anómalo.
«Cataluña es una sociedad bilingüe y lo seguirá siendo. La dualidad es natural. Tal vez sea una anomalía escribir en castellano en Cataluña, pero me gusta ser un escritor anómalo. De hecho, sin querer compararme, me gustan los autores anómalos: Conrad (un polaco que escribía en inglés), Nabokov (un ruso que escribía en francés, inglés y alemán) o Kafka.
El castellano en Cataluña.
«Afirmo que la lengua castellana no está amenazada en Cataluña. Puede que haya habido excesos desde los estamentos oficiales (hay quejas sobre la exigencia del catalán en la Sanidad y la Justicia), pero hablar de lenguas amenazadas no se corresponde con la realidad. Además, hay contaminación continua, no sólo ya de los llamados charnegos sino también, ahora, de los inmigrantes del Magreb.
La lengua que habla la gente de la calle puede con todo. Yo siempre he vivido en un entorno bilingüe. Mi mujer es extremeña y yo hablo en castellano con mi hija y en catalán con mi hijo. Cuando se usa la lengua como bandera empiezan los problemas.»
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