Nuestro supuestamente bien intencionado jefe de Gobierno Sr. Rodríguez Zapatero, en aras de un bien superior decidió un buen día cambiar las alianzas y compromisos adquiridos por España en el Magreb, abandonó a su suerte al pueblo saharaui, expulsado de sus tierras por el monarca marroquí y se abrazó con dicho monarca en una escenificación de su «alianza de civilizaciones». ¿Cuáles fueron los motivos de semejante cambio?.
Nuestro nuevo gobierno, surgido de las elecciones del 14 M, tras el atentado del 11M que realizaron, mientras no se demuestre lo contrario, radicales islamistas, algunos de origen marroquí, buscó un compromiso con ese país para aumentar el control policial de terroristas, emigrantes ilegales, recuperar licencias de caladeros de pesca y en general una mejor actitud del gobierno de ese país con los intereses empresariales españoles.
A cambio, ofreció dinero y abandonar el apoyo al pueblo saharaui, como ya habían hecho antes otros países y apoyar la solución marroquí al conflicto.Y eso es gobernar, decidir cuáles son las prioridades y optar, por tanto, entre unos u otros.
Aquí, el gobierno del PSOE ha optado por romper el compromiso español con el pueblo saharaui y su aliada, la laica Argelia, y abrazarse al rey de Marruecos y sus aliados países pro- islámicos, en una escena más de la mal llamada «Alianza de Civilizaciones», cuando lo que se trajinaba eran asuntos de seguridad y negocios. Nuestro gobierno, que se dice socialista y laico, se aliaba pues con una monarquía absolutista, de facto una dictadura con un seudo parlamento tipo franquista, y apoyada en la religión, cómo no.
Este es un ejemplo más del talante de nuestro presidente y su «alianza de civilizaciones», que cuando le interesa se fotografía con el pañuelo del pueblo palestino y a continuación opta por la solidaridad con el monarca de un país sin libertad y expulsa de uno de sus mítines a un dirigente pro saharaui, que reclama la solidaridad perdida.
Desde «Ciudadanos» estamos convencidos de que ni el pueblo saharaui ni el español se merecen gobernantes de «este talante».
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